La “resistencia” anti-Trump de los demócratas se ha
estado esforzando al máximo por cuatro años para
recuperar el puesto ejecutivo de comandante en jefe del
imperialismo estadounidense. Los demócratas pintan estas
elecciones como un “momento histórico decisivo”. En
realidad, es una repetición del ciclo aparentemente
interminable en la política estadounidense, en el cual se
cambia de un gobierno capitalista a otro y viceversa
mientras se mantienen, sin desafío y sin cambio, la
explotación y la opresión de las masas trabajadoras. La
marxista Spartacist League/U.S. se opone por principio a
dar cualquier apoyo o voto a partido burgués alguno:
Demócrata, Republicano o el Partido Verde. Lo que se
requiere es construir un partido obrero revolucionario
multirracial, independiente de los partidos capitalistas
y opuesto a éstos, para dirigir a los explotados y
oprimidos en la lucha por un gobierno obrero.
Muchos trabajadores y jóvenes sienten poco entusiasmo
por Biden, pero están siendo engañados para apoyar a los
demócratas con el argumento de que tienen que cubrirse
la nariz y votar por éstos para detener a Trump. Es una
mentira que poner a un demócrata en la presidencia va a
mejorar las condiciones de los trabajadores, las
minorías y las mujeres. La burocracia sindical
pro-capitalista y los falsos socialistas, al propagar
ilusiones en los demócratas como el mal menor, atan a
los obreros a su enemigo de clase. Al igual que el
Republicano, el Partido Demócrata representa los
intereses de la clase dominante capitalista
estadounidense, es decir, los dueños de los medios de
producción y los bancos. El dirigente bolchevique V.I.
Lenin describió de manera sucinta las elecciones
burguesas como una oportunidad para que los votantes
puedan “decidir una vez cada cierto número de años qué
miembros de la clase dominante han de oprimir y aplastar
al pueblo”. La clase obrera no tiene ningún interés en
cuál representante de la clase capitalista sea
presidente.
El principal mecanismo mediante el cual la burguesía
estadounidense subordina políticamente a los obreros y
los oprimidos es el sistema bipartidista capitalista.
Éste depende en gran medida de la enorme mentira de que
hay diferencias importantes y decisivas entre los
demócratas y los republicanos. Que los republicanos sean
más “reaccionarios” y los demócratas más “progresistas”
es una ilusión albergada por muchos trabajadores y
promovida por los reformistas. Ambos partidos son
igualmente reaccionarios en sus posiciones y políticas
fundamentales, las cuales son determinadas por las
necesidades del imperialismo estadounidense y su
programa de dominación mundial. Éste es el marco férreo
dentro del cual ambos partidos funcionan y maniobran.
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